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ENTREVISTA CON

Eva Blázquez

Antes de pasar a la acción, hay que estudiar la situación. Antes de solucionar un problema, hay que detectarlo. Se trata de un activismo de biblioteca, menos lucido, pero igualmente necesario. Los números y las tendencias señalan problemas. Los estudios y grupos de trabajo conciencian a la sociedad. Eva Blázquez lleva años militando en este activismo de investigación. Esta profesora de Derecho Laboral de la Universidad Carlos III de Madrid lleva lustros estudiando las amenazas al empleo digno. Compagina su trabajo como docente y el ejercicio de la abogacía con estudios sobre el trabajo. Ha escrito un libro relacionando dos puntos de los ODS, el de igualdad y derecho al trabajo digno. Está dirigiendo un grupo de estudio sobre el trabajo informal en Latinoamérica. Ha realizado ponencias sobre temas de igualdad, VIH y discriminación en el empleo o sobre el preocupante ascenso de una figura: la del trabajador pobre.


Escribió un libro sobre cómo los ODS pueden fomentar la calidad del empleo femenino. Sé que resumir un libro en un párrafo es complicado, pero ¿lo intentamos?

Mi libro fue una apuesta por empezar a analizar dos puntos de desarrollo sostenible, el número cinco y el número ocho. La protección a la mujer desde el punto de vista del empleo. Va en la línea de lo que pensamos en nuestro grupo, que el elemento más importante para empoderar a una mujer es que tenga unos recursos propios. Y esos recursos propios provienen del trabajo digno y sostenible. A partir de aquí hicimos un análisis desde el punto de vista de la discriminación indirecta, valorando cuáles eran los colectivos más vulnerables. Vimos cómo la flexibilidad del tiempo en el trabajo afectaba a las mujeres, no solo a quienes trabajan por cuenta ajena, sino por cuenta propia. Vimos cómo afecta a las mujeres que emprenden. Y analizamos también qué es lo que pasa cuando las mujeres no pueden trabajar.

Pero la prohibición de discriminación, aunque sea indirecta, está contemplada en nuestro ordenamiento. ¿Por qué y cómo se sigue dando discriminación hacia las mujeres en el entorno laboral?

Entiendo que es como una pescadilla que se muerde la cola. Como existe una brecha salarial, cuando llegan los niños, ¿quién se ocupa? La mujer. Porque el coste de oportunidad es inferior. Pero es que la mujer tiene de entrada un salario más bajo porque muchas empresas son conscientes de este coste de oportunidad, piensan que el trabajo de una mujer puede ser menos estable y para ciertos puestos prefieren a un hombre. O porque hay mujeres que de entrada piden una jornada reducida. Conclusión: es muy difícil parar este círculo. Y esto no solo afecta a las mujeres en edad de tener hijos, sino que también castiga a las más jóvenes. Son discriminaciones muy difíciles de parar.

Lidera un grupo de estudio de la Universidad Carlos III de Madrid sobre el trabajo decente y sostenible. ¿Qué conclusiones están sacando? ¿De qué premisas partían?

Aún no tenemos conclusiones finales, hay mucho que hacer. Al principio nos hemos detenido más en el tema de género, pero en los últimos meses nos hemos centrado más en el tema de la edad. Centrándonos en las personas mayores, en cómo se discrimina a los trabajadores séniores. Pero también en los jóvenes. Ellos no aparecen como grupo vulnerable en los ODS, pero lo serán en el futuro.

Todavía no tenemos conclusiones, pero partimos de la premisa de que no todo trabajo que se desarrolla es decente y sostenible. No todos los trabajadores son pagados decentemente, no tienen una protección social adecuada, una protección de la salud o de la seguridad. Y por eso hay que seguir analizando, intentando concluir qué podemos hacer para implantar los ODS en el mercado laboral en España.

Uno de los puntos que destaca este programa de estudio es la sinergia entre distintas disciplinas, la visión del problema laboral desde distintas perspectivas, ¿por qué es importante tener una visión holística al hablar del derecho al trabajo digno?

Es fundamental. A veces, los investigadores tenemos la manía de estudiar nuestro campo de una forma individual. Los juristas, los economistas, los sociólogos… Y no es la forma. Todas estas visiones, estas perspectivas, están relacionadas. Es muy importante partir de lo sociológico y lo psicológico para aplicar el derecho. Hay que analizar a la sociedad y a la persona antes de aplicar los preceptos que se usan en el ámbito jurídico. Un ejemplo: en la conciliación no basta con señalar que hay una trabajadora concreta que está llevando la carga familiar. No basta, hay que analizar el porqué sociológicamente, hay que analizar la visión económica, la visión de las propias mujeres. Hay que analizar lo macro y lo micro. Solo así se puede llegar a conclusiones acertadas.

¿Qué relación hay entre una buena educación y un trabajo digno? ¿Es una regla matemática o existen otros factores más importantes?

La formación es fundamental. No solo en las primeras etapas de la vida, también de adultos. Y hace tiempo que la UE maneja este principio. Es necesaria una educación que se dirija hacia lo que demanda la sociedad, las empresas. Y creo que a veces se pierde esa visión. La educación es el factor más importante para conseguir un trabajo digno. Existen otros factores, pero no solo son menos influyentes, es que son más difíciles de atar, de asegurar. Las relaciones personales y profesionales, la suerte y otros factores pueden ayudar a conseguir un buen trabajo. Pero son aleatorios. El factor que mejor podemos potenciar es el de la educación. Una buena formación, no necesariamente universitaria, pero sí que se adapte a lo que pide el mercado, es básica.

Pero un trabajo ya no garantiza nada. 2.200 millones de personas viven por debajo del umbral de pobreza, de los cuales 780 millones de mujeres y hombres tienen trabajo. ¿Qué está pasando?

Antes de constituir el grupo, ya en el año 2014 hicimos unas jornadas sobre el trabajador pobre, poniendo en valor cómo tener un trabajo ya no era garantía de poder subsistir. Este trabajo (se llama El trabajador pobre como centro de gravedad de la prevención de la exclusión social) tenía una visión multidisciplinar, se analizaba desde el punto de vista sociológico, económico y jurídico. Poníamos en evidencia que no es suficiente trabajar para evitar la pobreza. Conseguir un salario adecuado, el que cubre las necesidades personales y familiares, no era un problema que se diera en los países occidentales hace años. Antes se enfrentaba la idea entre trabajador y desempleado como umbral. Ahora ya no es un umbral. Y esta es una cuestión que se tiene que trabajar.

Hay que señalar el tema de las empleadas del hogar y de los cuidados, y lo digo en femenino por algo, que se paga muchas veces en negro. El salario mínimo, y podemos discutir si es o no suficiente, se refiere solo a un trabajo a tiempo completo. Pero hay muchos trabajadores con un trabajo a tiempo parcial. Así que no, tener un trabajo no garantiza salir de la pobreza.

En materia laboral, la ley dice una cosa pero la realidad es otra. ¿Cómo se puede exigir que se cumplan los contratos, la legislación referente a asuntos laborales y el respeto de los convenios?

Existe normativa. Cada vez hay más elementos para garantizar que no haya esa diferencia, hay más auditorías salariales, se ha regulado el derecho a la corresponsabilidad. Esto es obligatorio y es necesario por un tema moral. Hay sanciones, inspectores, denuncias… Y son muy necesarias. Pero también se necesita concienciar. Es necesario exigir acciones formativas, de sensibilización, para trabajadores y empresas. Hay que entender qué es un trabajo decente y sostenible y defenderlo entre todos. Porque no olvidemos que esto es bueno para el trabajador, pero también es bueno para la empresa. Cuando los trabajadores consiguen un trabajo digno, cuando están mejor protegidos, se crea un buen clima laboral, son más eficientes. Y eso crea empresas más competitivas. Parece que esto solo es importante para los trabajadores, pero también es fundamental para las empresas.