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ENTREVISTA CON

Alicia Tojeiro

Alicia Tojeiro no cree ser la mejor profesora de primaria de España. El Premio Educa 2020 se empeña en llevarle la contraria a esta maestra del colegio Isidro Parga Pondal de Oleiros (A Coruña). Es lo único que ha quedado del galardón, pues la dotación económica la donó a dos ONG, una para luchar contra el maltrato animal y otra para formar a jóvenes llegados de Senegal en conceptos medioambientales. Tojeiro tiene una ilusión contagiosa que transmite en cada frase. No para. Cuando no está enseñando, participa en la Radio Galega o escribe libros como Ortografía con rima I o El primero que tiene que ir feliz a la escuela es el maestro. Lleva más de 20 años dedicada a la educación, pero lejos de aburrirse enseñando dice seguir disfrutando como el primer día. Y confiesa que va al colegio a enseñar, pero también a aprender.


¿Cuál es el secreto de la mejor profesora de España?

Bueno, yo no me considero la mejor. Pero me gusta pensar que este premio reconoce el esfuerzo, las horas que le he dedicado y la pasión que le pongo. Creo que tienes que trabajar en algo que te gusta y, una vez que lo has hecho, apostar por ello. Dedicarle horas, formarte y no conformarte. Hay que intentar ir siempre un paso más allá, aprender, probar cosas nuevas y arriesgar. Yo creo que siempre puedes aprender de otra gente, así que hay que rodearse de gente inspiradora.

¿Los niños entrarían en ese grupo de gente inspiradora? Usted les enseña, pero ¿qué aprende de ellos?

Por supuesto, ellos me enseñan mucho. Para empezar sobre tecnología. Está claro que somos de generaciones distintas, ellos han nacido con un ordenador debajo del brazo. También me enseñan a disfrutar del presente, a vivir como vive un niño. En general, los niños no proyectan tanto en el futuro como los adultos y eso es una lección de vida. Tengo mucha suerte de dedicarme a esto porque vivo rodeada de alegría. Los niños son sonrisas, los niños son emoción, son curiosidad. Y todo esto se te acaba contagiando, te hace más feliz. Si escuchas a los niños te aportan muchas cosas.

Cuando no está dando clases, está escribiendo libros. ¿Cuándo desconecta?

Los que somos apasionados de lo nuestro desconectamos poco. Allá donde voy estoy pensando en educación. Cuando estoy de viaje, cuando veo algo que me inspira… Este verano, estando de vacaciones y viendo lo que está pasando en Afganistán, me dio por pensar: “Como Limpiamundos tenemos que hacer algo”. No es algo que conciba como una sobrecarga. Es algo que me interesa.

¿Por qué ese nombre, los Limpiamundos?

Surgió hace tres años. Un día estábamos en el recreo y una profesora nos llamó la atención. Me comunicó que habían dejado el patio lleno de papeles y envoltorios. Entonces yo tenía dos opciones: echarles una bronca o hablar con ellos. Así que les saqué afuera y les pregunté qué es lo que veían. Me dijeron que era asqueroso, pero que no habían sido ellos, que eran otros grupos, los mayores… Excusas. Así que les dije que dejaran de buscar culpas y empezaran a poner soluciones. Pensamos que había que concienciar a la gente, así que empezamos limpiando la escuela, pero nuestra idea es limpiar el mundo de todo aquello que no nos gusta. Ahora vamos a participar en una jornada en el Parlamento Iberoamericano sobre las cosas que les preocupan en temas de medio ambiente y biodiversidad. Nuestra responsabilidad empieza en nuestro patio, pero va mucho más allá. Por eso Limpiamundos.

Vamos a tirar de tópicos. Si yo le digo que la escuela enseña y los padres educan…

Pues yo respondo que no. Yo educo. Educar a los niños hoy en día es muy difícil, porque les llega muchísima información sin filtrar a través de muchos canales y es una tarea complicada. La escuela, junto con la familia, tiene que trabajar en valores. A veces los docentes estamos sobrepasados de trabajo, pero los conflictos que se dan en el aula, en el patio, son importantes. Y se resuelven hablando, educando. Se les tiene que enseñar a los niños a ser más pacientes y empáticos. Es una tarea muy compleja, que empieza en las familias pero continúa en la escuela.

 

Y si le digo una obviedad como que los niños de hoy son los adultos de mañana…

Eso se dice mucho, pero es que los niños de hoy ya son ciudadanos del presente. Tienen mucho que aportar ahora. No se trata de pensar en qué harán cuando crezcan, se trata de que hoy pueden hacer muchas cosas.

Dicen que los chavales de hoy en día ya no tienen respeto por nada…

Y no tienen razón. Habrá de todo, habrá algunos que no tengan respeto, pero siempre hay que pensar que detrás de un niño o un adolescente hay un adulto. No podemos culpabilizarlos a ellos de un fallo social, de conjunto. Quizá es que hay algo que los adultos no  estamos haciendo bien, quizá no les dedicamos suficiente tiempo. No creo que los chavales de hoy tengan menos respeto que los de ayer, pero en cualquier caso no hay que olvidar que la educación parte de nosotros. Los niños actúan en función de lo que aprenden de los adultos.

La escuela, en España, se basa demasiado en memorizar y poco en aprender…

Es cierto. Muchas veces se sigue haciendo así. Pero necesitamos otro tipo de educación, esto no va a cambiar el futuro. La escuela hoy en día debería ser muy distinta a la que recibimos nosotros. Necesitamos que los niños aprendan a trabajar en equipo, que sean más empáticos, más versátiles, que sepan adaptarse a los cambios… Los niños tienen que tomar decisiones, asumir dificultades y afrontar los errores. Es lo que intento hacer en mi clase, donde las decisiones se justifican, se explican y se votan. Si quieren hacer algo o no lo quieren hacer, tienen que razonarlo y hablarlo. Este tipo de habilidades sociales y personales son herramientas que les van a venir muy bien para su futuro. Tienen que aprender a ser, antes que buenos estudiantes, buenas personas. Necesitamos gente crítica, que debata, que se atreva a decir lo que piensa y a respetar lo que piensen los demás. Yo invierto muchas horas en eso.