Sus cursos están pensados para mujeres que quieran reinventarse. Y ustedes, ¿cómo se reinventaron?
Nosotras hemos pasado por dos reinvenciones profesionales muy similares (de momento), y lo seguiremos haciendo para conseguir los retos profesionales que nos marquemos y también como antídoto para combatir la monotonía y seguir aprendiendo. En la primera reinvención todavía no nos conocíamos, pero ambas estudiamos Empresariales y empezamos a trabajar en empresas de consultoría [Rosario] y finanzas [Inés] y decidimos que necesitábamos dedicarnos a algo que tuviese un mayor impacto en la mejora de la vida de las personas. Tras estudiar un máster en cooperación, estuvimos años trabajando en cooperación internacional en América Latina y Asia, y nos conocimos mientras trabajábamos en una ONG. Ahí se empezó a gestar nuestra segunda reinvención profesional y tras algunas vueltas de la vida y más formación nos convertimos en emprendedoras sociales con Adalab. Adalab nos ha permitido aprender sobre emprendimiento, formación para adultos y el sector tecnológico, y nos ha permitido crecer muchísimo como profesionales.
¿La programación es cosa de chicos?
La programación, como el resto de profesiones, no tiene género. Y no lo decimos nosotras, sino las más de 500 mujeres que se han reinventado como programadoras a través de nuestros cursos desde 2016.
Entonces, ¿por qué creen ustedes que hay más hombres que mujeres en este sector?
Desde el nacimiento, hombres y mujeres son tratados de forma distinta, y esto se hace visible desde el inicio, rosa para ellas y azul para ellos. Durante la crianza se continúan trasladando un sinfín de estereotipos de género, como, por ejemplo, los juguetes que se ponen a disposición dependiendo del género, mayoritariamente relacionados con el cuidado de personas y la belleza para ellas, y la experimentación, la construcción o la lógica para ellos. A través de los juegos desarrollamos habilidades que utilizaremos de adultos. Cuando llega el momento de decidir qué carrera o profesión elegir se tiene en cuenta todo lo anterior, y también a qué se dedican tanto las personas cercanas como las inspiracionales, aquellas que se consideran exitosas. Para las mujeres descartar la tecnología como una opción parece obvio, no se ha fomentado ni se ha esperado que seamos buenas para ello, ni solemos conocer referentes femeninos, tanto cercanos como famosos, en los que poder inspirarnos. Esto se traduce en que menos del 16% de los profesionales tecnológicos son mujeres.
Hablando de referentes, ¿de dónde viene el “Ada” de Adalab?
Viene de Ada Lovelace, científica y poetisa considerada la madre de la programación. En el siglo XIX, 100 años antes de que se inventasen los ordenadores, escribió el primer algoritmo que podía ser procesado por un ordenador. Ada fue el nombre de nuestra primera promoción de programadoras en 2016, y desde entonces cada promoción elige a una mujer referente en ciencias como nombre de la promoción. Mujeres como Grace Hopper, Dorcas Muthoni, Nerea Luis o Kizzy Colbert que queremos visibilizar para inspirar a las nuevas generaciones.
Otra diferencia de género: el paro femenino es más elevado en todas las franjas de edad. ¿Por qué creen que es así y qué se puede hacer para cambiar esto?
Según un estudio reciente de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), actualmente las mujeres con menos de 50 años han alcanzado un nivel educativo superior al de los hombres de su generación. Sin embargo, tienen mayores tasas de desempleo, más empleos temporales y parciales, y cobran menores salarios. Aspectos como la mayor dedicación a las tareas domésticas, incluido el cuidado infantil por parte de las mujeres (de media, 2,5 horas más al día), o la maternidad, que todavía sigue perjudicando la carrera profesional de las madres, contribuyen a esta realidad. Continuar trabajando a todos los niveles por la igualdad entre hombres y mujeres ayudará a eliminar estas diferencias.
¿Cómo creen que la deslocalización y la digitalización van a influir en el mercado laboral español?
Todo depende de las políticas que se lleven a cabo para conseguir que las personas adquiramos las habilidades digitales que demanda el mercado laboral y podamos aprovechar las nuevas oportunidades que surjan. Sobre todo, es importante que esta digitalización no deje fuera a grupos poblacionales, como está pasando con las mujeres, o personas de entornos más vulnerables. Nosotras llevamos cinco años trabajando para que esta digitalización sea más inclusiva. Pero se necesitan políticas a gran escala para lograr cambios estructurales y que toda la población, y no solo una parte, pueda aprovechar las nuevas oportunidades.
¿Es el de la programación un sector precario? ¿De qué sectores suelen venir sus alumnas y por qué?
La apuesta y el éxito de Adalab se basan en elegir formaciones digitales con alta demanda y que ofrezcan buenas condiciones laborales, lo que ocurre con la programación y también el nuevo perfil que lanzaremos este año, que les permitirá trabajar como analistas o ingenieras de datos. Puesto que en este tipo de perfiles hay una mayor demanda que oferta de profesionales, los sueldos son más competitivos y las empresas generalmente cuidan más a sus equipos para que no se vayan a la competencia.
Esta realidad, contrasta con la mayoría de las experiencias previas de nuestras alumnas, que han invertido años en estudiar carreras que no les han abierto las puertas a empleos de calidad o no tienen proyección profesional, por lo que deciden reinventarse para conseguirlo. Contamos con alumnas con carreras previas de todo tipo, desde ciencias, letras o humanidades, con estudios universitarios o formación profesional. Los estudios más comunes entre nuestras alumnas son comunicación audiovisual, diseño gráfico, periodismo, arquitectura y turismo.